El símbolo de la paz formado por
activistas en Croacia.
Crédito: Teophil/cc by 3.0

Cuando Dinamarca organizó la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (CMDS) en marzo de 1995, una de las conclusiones de esa reunión en Copenhague fue la futura creación de un contrato social con “la gente en el centro del desarrollo”.

A pesar de las deficiencias en su ejecución en los últimos 20 años, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) busca cumplir un objetivo idéntico, pero con un giro político, el de la “ciudadanía mundial”.

El borrador cero sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es el documento base para la negociación final de los Estados sobre la nueva Agenda de Desarrollo Post 2015 que será acordada en la próxima Asamblea General de Naciones de septiembre de este año. En su parte primera muestra una estructura más coherente y ordenada que la introducción del Grupo Abierto de Trabajo (GTA). La división de estos 44 puntos en 8 temas permite distinguir con mayor claridad la visión de los Estados, su nivel de ambición y, por tanto, su enfoque político con mayor claridad que lo sucedido en el documento del GTA. En este nuevo documento se explicitan con mayor claridad los acuerdos tácitos, así como los puntos de vista sobre temas cruciales tales como el modelo de desarrollo, el medio ambiente, el papel primordial que se le otorga al sector empresarial y el significado que, en términos de compromisos y obligaciones, tiene la Agenda para los Estados.

El año 2015, entre muchas otras cosas, marca el vigésimo aniversario de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de las Naciones Unidas, que tuvo como principal resultado el principio de universidad determinando que todos los países deben perseguir los objetivos de erradicación de la pobreza, lograr el pleno empleo y simultáneamente permitir una mayor inclusión social. La cumbre social ha generado una extraordinaria participación de las organizaciones de la sociedad civil como organizaciones de desarrollo, organizaciones de mujeres, sindicatos, movimientos sociales y otros grupos centrados en temas nacionales. También inspiró la creación de la red Social Watch1, del informe y de la red.

¿Cómo podemos asegurar que las empresas, y en particular, las empresas multinacionales, realmente contribuyan al desarrollo en los países donde ejercen sus actividades? ¿Cómo atribuirles la responsabilidad de los efectos sobre el desarrollo? ¿Cómo exigir que rindan cuentas del gasto de los fondos públicos? Estas preguntas parecen bastante apremiantes, sin embargo, todavía están por responderse.

Como las negociaciones de la ONU sobre la Agenda post 2015 comienzan a abordar las complejas cuestiones de la rendición de cuentas, revisión y seguimiento, la diversidad de opiniones, perspectivas y la falta de propuestas concretas hacen que la probabilidad de encontrar un acuerdo sean de hecho lejanas.


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